Las palabras que el Secretario general de la ONU Ban Ki–moon ha pronunciado frente a las Cámaras legislativas reunidas en ocasión del sesentavo aniversario de la adhesión de Italia a las Naciones Unidas, han tenido no solo la solemnidad de un evento de celebración, sino también la capacidad de redefinir la presencia de Italia en el mundo. Una acción de largo alcance que ha hecho comprender, con pocos pero incisivos argumentos, no solo cuán a menudo es provinciano y empantanado el frente político interno, sino sobre todo qué rol está desarrollando el país realmente en el escenario global. No obstante la agudeza de la crisis que ha atravesado los serios problemas que debe afrontar para consolidar su camino de recuperación.

Existe una Italia presente y activa en el mundo, dijo Ban Ki-moon, que se manifiesta en la vida cotidiana de las personas a través del estilo del “Made in Italy”, como en las grandes y a menudo dramáticas vivencias de nuestra contemporaneidad, a partir de aquellas que se desarrollan enfrente de nuestra puerta, el Mediterráneo.

Lo que Italia ha hecho para salvar vidas humanas en el Mediterráneo y para dar acogida y confortar a cientos de miles de migrantes y refugiados no solamente ha merecido, a través de las palabras del Secretario de las Naciones Unidas, el reconocimiento internacional, sino que puede ser presentado como un ejemplo y un modelo a reforzar y seguir a escala global. “No hay merecedores y no merecedores – dijo el Secretario general – sino solo personas que pertenecen a la sociedad humana”.

Al mismo tiempo, nuestro país es el primero, por número de tropas enviadas bajo el mando de la ONU, en los frentes de guerra en misiones de paz. Roma, además, donde operan importantes instituciones internacionales, es la capital de los programas de lucha contra el hambre en el mundo.

La historia nos ha enseñado que los migrantes y los refugiados no son un peligro y un peso, sino un factor de desarrollo y progreso. “Lo demuestran – afirmó Ban Ki-moon –  tantos italianos convertidos en ciudadanos de otros Países y protagonistas de su vida política, económica, social y civil”.

Es significativo que estas palabras hayan resonado en el mismo recinto en el cual se evocó el apocalipsis civil frente a la hipótesis de reconocer la ciudadanía a los hijos de extranjeros nacidos en Italia o que concurren a nuestras escuelas un ciclo de estudios completo. Basta por lo tanto con alzar la vista del patio de casa, al cual a menudo la oposición reduce la política italiana, para comprender cómo es de justo e indispensable vivir en consonancia con el mundo que nos circunda.

Los italianos en el exterior, como se revela de las palabras de Ban Ki-moon, son entonces un puesto de avanzada, una palanca de la cual servirse lúcidamente para respirar el aire del mundo y para acrecentar el crédito del cual nuestro país disfruta cuando llega a cumplir acciones de gran valor internacional, como aquellas reclamadas por el Secretario de la ONU.